“No deseemos un año maravilloso donde todo sea bueno. Ése es un pensamiento mágico, infantil, utópico.
Deseemos que nos animemos a mirarnos, y amarnos como somos.
Que tengamos el suficiente amor propio para pelear muchas batallas, y la humildad para saber que hay batallas imposibles de ganar por las que no vale la pena luchar.
Que podamos aceptar que hay realidades que son inmodificables, y que hay otras, que si corres del lugar de la queja, podrás cambiar.
Que no permitamos los “no puedo” y que reconozcamos los “no quiero”.
Escuchemos nuestra verdad, y digámosla, con plena conciencia de que es sólo nuestra verdad, no la del otro.
Expongámosnos a lo que tememos, porque es la única manera de vencer el miedo.
Que aprendamos a tolerar las “manchas negras” del otro, porque también nosotros tenemos, y eso anula la posibilidad de reclamo.
Que no nos condenemos por equivocarnos; no somos perfectos.
Que crezcamos, hasta donde y cuando queramos.
No deseemos que el 2018 nos traiga felicidad. Deseemos que logremos ser feliz, sea cual sea la realidad que nos toque vivir”.
(Adaptación de texto de Mirta Midici)