Somos templos,
de carne y hueso,
de inquina y encono,
tal vez solo un tropel…
Oratorios bellos,
algunos vacíos,
otros plenos de versos,
pero en el fondo
todos conversos…
Cada vida es un templo,
y si con nuestras candelas
logramos iluminar,
también nos pueden cegar…
Templos de entereza,
santuarios de tristeza,
palacios de acíbar, canela y fresa.
Catedrales de fachada convexa,
atrios de tristes almas presas.