Esa apariencia infame,
que sólo esconde una vida partida…
Ese despertar amargo,
que confesado, ocultas pero no olvidas…
Ese dolor quebrado,
que predicas, pero que no fumigas…
Ese manejar enfermo,
que sólo muestra tu fatiga…
Esa codicia, ese desaire,
que sólo encierran lo que no prodigas…
Esa maldad oculta,
que nunca imaginamos que tú instigas…
Esos balcones llenos…
esas vidas tan vacías…