No mires mi piel sino el brillo de mis pupilas.
No juzgues mi temple sino el valor de mi osadía…
No juegues con mi afecto sino con el pesar de tu corazón.
No me mires, no me juzgues, no juegues conmigo sin temor…
Porque nadie te mirará como yo,
porque nadie te velará como yo,
porque nadie te acariciará como yo.
Hoy no me extrañas,
no me buscas,
no me hallas…
Mañana no me añores,
ni me sigas, ni me implores.
Mañana no me suspires,
ni me nombres, ni me llores.
Porque los corazones se rompen, ingrato,
pero las tristezas se ciernen.