Valientes,
hombres y mujeres que detuvieron el tren y…
se bajaron en la estación del “destino incierto”…
Valientes,
hombres y mujeres que dejaron de escalar la montaña de la burla…
porque en esa cima ya no había zenit…
Valientes,
hombres y mujeres que tuvieron el valor de respetarse
y de cancelar el teatro del olvido…
Valientes,
hombres y mujeres que lucharon,
pero que no se dejaron vencer por las garras del miedo,
ni por el pavor a un porvenir borroso…
Valientes,
hombres y mujeres que amaron,
pero despertaron…y descubrieron que ante todo,
debían apreciarse primero a sí mismos…
Valientes,
hombres y mujeres que pusieron fin,
a idolatrías absurdas que no llenaban sus vidas,
sino vaciaban sus corazones con hielo…
Valientes,
hombres y mujeres que tuvieron el arrojo,
de elegir un mejor camino,
lejos de quien no henchía su savia,
sino que derramaba su destino…
A todos esos hombres y mujeres,
bravo por parar, dejar de escalar y por respetarse,
bravo por luchar, por amar y por poner fin;
bravo por tener el arrojo de decir se acabó…
por vivir y dejar VIVIR.