Batallas de bicoca.
De simples esperas sin reloj.
De obcecadas cabezas sin son.
De hastiados mayores sin voz.
Batallas de tierra batida.
De curtidas pieles sin descanso.
De agitadas corrientes sin remanso.
De fingidas veladas sin sanso.
Batallas…
Las tuyas, las mías…
las de cada amanecer…
Las que ocultas,
las que cuentas,
las que no siempre lamentas,
y de las que, a fin de cuentas,
habrás siempre de aprender.
Recuerda, a veces,
perder es crecer.