Prohibido rendirse ante la adversidad…
Ante las preguntas sin respuesta…
Ante el cinismo sin sopor.
Vedado el claudicar ante el infortunio…
Ante tantas maletas sin vagón…
Ante tantos trenes sin estación.
Abolido desistir de la lucha cotidiana…
Ante la sandez enferma…
Ante la carcoma sin berma.
Abrogado entregarse,
a este mundo sin corazón,
que solo es capaz de mirar
al ojal de su botón.
Maldito olvidado bribón.