¿Quién no se ha sentido náufrago
aún en su cotidiana ínsula?
Despertar bajo un sol sin tregua…
rodeado de agua salina…
sin dulzura ni porfía…
con borrascas repentinas…
con sus idas y venidas…
Caminar buscando sustento, noche y día tras día…
y entre tanto, olvidar el argumento,
del por qué y para qué de esta vida…
Nunca olvides, solitario,
que hay más náufragos en esta isla,
que como tú no encuentran salida
a esta inefable vida,
y que ésta te puede sorprender,
más pronto que tarde…
enseguida…