Entra en tu estancia,
cierra la puerta,
abre tu corazón al silencio…
y déjalo en tu ausencia…
Escucha el látido de tus lágrimas
y seca la tinta de tus palabras…
Enjuga tus suspiros,
mece tus tristezas…
Él te quiere hablar también
de alegría, de amor y algazara…
Él te sorprende con el eco de tus risas,
con el esbozo bello de tu mirada…
Déjate llevar… relaja…
Este corazón yacente,
necesita también del silencio,
para recomponer sus migajas…