Quienes han acariciado las frías aguas de la orilla…
sabrán a qué me refiero…
Llega un día,
en que por sorpresa,
sin preludio ni idilio,
sabes cuánto queda atrás…
pero no por delante…
en este recóndito exilio…
No quieres mostrar el miedo,
pero el surco de tus lágrimas te delata…
y no puedes esconder ese encubierto duelo…
Ella te tienta…
quiere que muerdas su anzuelo…
mientras tú te debates…
entre la vida y el sueño…
Son ellas,
las únicas que nos ponen en perspectiva,
las únicas por las que desvelo y apelo…
Son las adversidades de esta vida,
que a veces, nos desgarran sin consuelo…
son las únicas que nos enseñan
que esta vida no es más que un novelo…