Arribé a este cayo,
donde todo se excusa,
donde todo se olvida,
donde todo se debe creer.
Exploré la avidez de un día sin lluvia,
el ardor de un día nublado,
la penuria de no volver a ver tus ojos,
en esta execrable tierra del perder.
Me perdí entre selvas,
de mentiras y baba,
de falsos sentimientos de tu corazón,
en este taimado islote de la indecisión.
Ríos de lava lavaron tus entrañas,
mares de niebla oscurecieron tu esplendor,
porque un día fuiste paraíso,
y ahora, mi ínsula, solo eres,
la maldita isla del perdón.