No soy más que un poeta triste,
sediento de tus abrazos…
hambriento de tus besos…
inmerso en tu halago…
Pendiente de tu mimo,
despierto, duermo, muero y hablo…
No soy nadie, sin tu suspiro,
sin tus miradas, sin tus manos…
Soy esclavo del destino,
como de tu ser, tierno y nunca lejano…
Nunca más cautivo del ayer,
doloroso y despiadado…
Mi alma urge de tu risa,
mi cuerpo de tu agrado…
No soy más que otro poeta triste,
melancólico, pero siempre,
enamorado…