No sabes nada de ella…
ni de sus alegrías,
ni de sus angustias…
ni de sus guerras…
Nada de sus noches sin dormir,
de sus días en vela,
de sus silenciadas novelas…
No supiste de la ansiedad traicionera,
de los miedos absurdos,
de la perversa centinela…
Zapatos que limpiar,
en ese verano de niebla…
donde al escuchar su voz, descubrió…
que el engaño, no era quimera…
Siete metros os separan,
los que nunca unirán vuestras estelas,
porque amor no supiste darle…
ni en la vida, ni lo harás ya bajo tierra…