Y tuviste que cargar
tú solo con tu escarcela…
con tu dolor y tus dudas…
Caminando por senderos,
de incertidumbre,
de una realidad muy cruda…
Creciste guerrero,
acurrucado entre libros,
de mentiras y culturas…
Salvaste tu alma,
de fuegos inventados,
pero amenazados,
y ¡luego te llaman suertuda!
Son los herederos
de las infancias robadas,
que dan respuestas
a tantas alcurnias…