Ella que creyó en las palabras del infausto, como ¿quién no?,
pero finalmente despertó de aquella fantasía.
Ella que cometió errores, como ¿quién no?,
y también aprendió a repetirlos.
Ella que regaló el cielo y la luna,
aunque no abriesen los ojos para apreciarlos.
Ella que no le trajo a este mundo,
para que no sufriera como vástago.
Ella que se refugió en los cuentos de princesas,
como quién se acurruca en los brazos de Morfeo.
Ella que perdonó todas sus faltas,
pero no permitió que sus defectos colmasen su preciosa vida.
Ella que hierra,
pero pide perdón,
que cae,
pero que remonta el camino.
Ella que sonríe,
y se para el mundo,
ella que llora,
y se esconde el sol.
Ella es la guerrera de los ojos miel,
de los sueños rotos,
de la vida teñida de añil.
A Ella digo gracias,
por ser ejemplo,
por ser vida y
por no dejar de luchar,
ni a mí, dejar de soñar.