Llamémosles decepciones…
o quizá tal vez descuido,
o acaso decidido…
dejémoslo en esgrimido…
Llamémosles frustraciones…
o quizá desengaño consabido,
o acaso distraído…
dejémoslo en omitido…
No esperemos en el olvido,
y así no nos desencantará
nunca más su sinuoso bramido.