No me cansé de luchar,
solo de bregar en este mar de olas bravas,
de barcos hundidos a estribor,
y de noches en vela, amargas…
No me rendí en la contienda,
solo en la cruzada insensata,
de nobles enaltecidos
y patricios de oro y plata…
No claudiqué mi esperanza…
Solo me bajé del caballo,
desprovisto de mi yelmo,
de mi veste, de mis botas y de mi espada…
No mi señor,
no soy yo quién perdió esta batalla…