El silencio del mar

Me senté junto a tu orilla
sedienta de verdad y de vida.
Arropada por tu bahía
y por tus olas perdidas…

Divisé barcas atracadas en mansos puertos,
y barcazas encalladas en mares que nadie olvida…

Oteé bergantines esbeltos,
sobre una mar brava,
pero también pequeños botes,
sin rumbo, en medio de tanta calma perdida…

Hoy vuelvo aquí,
entre las prisas,
entre los sueños,
porque no quiero escuchar otra cosa,
que tu silencio sureño…